Cuando Billie Holiday, de nombre Eleonora, nació el 7 de abril de 1915, su madre tenía 13 años y su padre era todavía un chaval de pantalón corto que iba dando patadas a las latas por la calle. Sucedió en Baltimore, ciudad famosa entonces por sus ratas. La madre se fue a Nueva York a fregar escaleras; el padre se enroló en una banda de jazz y desapareció. La niña fue entregada a los abuelos, que vivían en una casita de madera repleta de tíos, sobrinos y primos hacinados.
En su inicio los burdeles y el jazz eran la misma sustancia. La niña bebió aquella música del propio manantial. Su voz de gata herida y humillada en su constante rebeldía de saltar por todos los tejados fue el comienzo de su leyenda.
Prada para su campaña del próximo invierno ha hecho de Angela Lindvall toda una cantante de jazz. Angela canta con su corazón a flor de piel frente al objetivo de Steven Meisel. El escenario es uno de esos locales llenos de humo que hacen que el Jazz se oiga más puro.
sábado, 3 de julio de 2010
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