En su inicio los burdeles y el jazz eran la misma sustancia. La niña bebió aquella música del propio manantial. Su voz de gata herida y humillada en su constante rebeldía de saltar por todos los tejados fue el comienzo de su leyenda.
Prada para su campaña del próximo invierno ha hecho de Angela Lindvall toda una cantante de jazz. Angela canta con su corazón a flor de piel frente al objetivo de Steven Meisel. El escenario es uno de esos locales llenos de humo que hacen que el Jazz se oiga más puro.






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